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pensamientolatam

Espectros de la narcocultura II: ataques armados y estado de excepción en Sinaloa

Alan Osuna

Universidad Autónoma de Sinaloa


Mi casa se estaba quemando

Y solo podía salvar una cosa

Decidí salvar el fuego

—    Jean Cocteau

El gobierno privado indirecto y los ataques armados


Mucho se ha hablado en épocas recientes de una “normalización” de la violencia que se encuentra en la cotidianidad del norte de México. Sayak Valencia (2010) ha evidenciado que las raíces de la narcoviolencia se hallan en procesos culturales como la masculinidad, el uso de los cuerpos de las mujeres como moneda de cambio, además de la demostración de la capacidad de ejercer violencia sobre los otros. Sin embargo, en épocas recientes el grado al que han llegado estas demostraciones de fuerza es tan excesivo, que suspende toda “normalidad” aparente.

Este suspenso de las actividades cotidianas producto de los ataques armados se ha dado, históricamente, en muchas situaciones, especialmente en guerras. Una distinción particular de la situación que estamos tratando de explicar, es que México adoptó a partir del 2018 una estrategia de pacificación basada en la garantía y respeto de los derechos humanos; a diferencia de sexenios pasados donde se les declaró la guerra a organizaciones criminales, es decir: no se encuentra, al menos narrativamente, en una guerra. Muy a pesar de las críticas a mantener a la Guardia Nacional en la calle como una estrategia de militarización.

En el norte de México, lugares como Ciudad Juárez, Tijuana, Tampico, Mazatlán y Los Mochis han sufrido al menos en una ocasión por la toma de las calles por manos armadas del crimen organizado. En estos lugares, las organizaciones criminales han llegado a formar una especie de milicia con lo que Marx llamaba el “ejército industrial de reserva”, es decir, una clase precarizada, aislada y vituperada históricamente, de modo que buena parte de las decisiones políticas, territoriales, e incluso culturales son mediadas por los caudillos “pesados” de estas organizaciones: surge un “gobierno privado indirecto” (Mbembe, 2006).

Estos ataques armados organizados son irrupciones violentas en una cotidianidad que tiene normalizada la inferencia del crimen en su día a día: tráfico y venta de drogas, lavado de dinero, alguno que otro muerto relacionado a estas actividades delictivas, sin embargo, los enfrentamientos armados entre corporaciones policiales y organizaciones criminales son más bien extrañas para la ciudadanía, o al menos, así se representa. Hay una diversidad de factores por las cuales surgen estos ataques: desde la caída de algún capo, hasta discordancias entre el gobierno oficial y este, como le llamamos, gobierno privado indirecto.

Sin embargo, no hay ciudad que haya sufrido tanto de esto como Culiacán, que hoy, al 9 de septiembre, a partir de las 5 de la mañana, presenció su cuarto ataque armado en las calles en lo que va de los últimos cinco años, y segundo en lo que va del último mes. Habrá que codificar este evento como un “Acontecimiento” en términos filosóficos, por tanto, también se podrá clasificar la respuesta que ha tenido la ciudad ante estos momentos, tanto de parte de las corporaciones policiacas, como la ciudadanía en general.


El Culiacanazo como “Acontecimiento”


Culiacán es una ciudad del noroeste de México, siendo la capital del estado de Sinaloa. Cuenta con cerca de 500 años de historia desde su fundación oficial, además, es una de las 19 ciudades más pobladas del país, hasta el 2020 contaba con 1,000, 000 de habitantes. Gran parte de su economía la debe al comercio y a la agricultura, aún así, estas cifras oficiales dejan de lado tanto al comercio informal, como los negocios ilegales, que han demostrado tener cada vez más influencia en la economía formal, surgiendo fenómenos como la “narcoinflación” y la “narcogentrificación”: procesos mediante los cuales, la influencia del crimen organizado ha modificado drásticamente los precios de algunas cosechas y propiedades en todo el estado de Sinaloa, y otros lugares de México (Meza, 2024).

Si bien, ya se ha aclarado que en diversas ocasiones el Culiacanazo se dio por distintos motivos, es cierto que éste ha tenido influencia en gran parte del desarrollo sociocultural de Sinaloa, por ejemplo, afectó de sobremanera la comunicación política en redes sociodigitales (Estrada y Martínez de la Rosa, 2023), la producción musical al respecto de este tipo de momentos (Burgos y Almonacid, 2021), y recientemente, la estructura de memes que se han realizado, de forma subsecuente a cada uno de estos eventos, dentro y fuera de Culiacán (Burgos y Moreno, 2023).

Ello ha colocado al Culiacanazo como una representación social en la mente de los ciudadanos, donde se hace una categoría de evento con ciertas características que ya hemos detallado anteriormente: la violencia pública donde se da la toma de las calles por parte de integrantes del crimen organizado, en conjunto con enfrentamientos armados con un número significativo de integrantes del mismo, ya sea entre distintos carteles de droga o con fuerzas policiales.

Esto, además, es un momento de disrupción en la cotidianidad media de los ciudadanos, por ello, filosóficamente puede ser enmarcado como un Acontecimiento (Badiou, 1988): es un momento de disrupción, donde no hay vuelta atrás, lo torcido se vuelve derecho, se caracteriza fuertemente por una violencia en el proceso cognitivo del individuo que lo presencia, tal que las circunstancias de su vida no pueden volver a ser iguales. Cabe responder a la pregunta sobre si “¿son los Culiacanazos considerados Acontecimientos?” a partir de comprender lo que se ha realizado en términos sociopolíticos como respuesta a ello, ya que, como vimos, culturalmente sí hay un efecto, pero, debemos comprender si hay o no una reacción más allá de las narrativas que hemos representado en medios de comunicación, música e imágenes.


Estado de excepción


A partir de los disturbios armados por parte del crimen organizado, se puede hacer un registro genealógico, hay cuatro momentos que son, hasta ahora, llamados “Culiacanazo”: en primer lugar, el jueves 17 de octubre del 2019 se dio una confrontación entre el Cartel de Sinaloa y el ejército mexicano, ello debido a la captura de Ovidio “el ratón” Guzmán López, cabecilla del mismo cártel e hijo de Joaquín “el Chapo” Guzmán Loera, el enfrentamiento tuvo como resultado la liberación de Ovidio Guzmán; el segundo momento fue otro jueves 5 de enero del 2023, de nuevo, debido a la captura del mismo capo, esta vez ingresó al penal de máxima seguridad, El Altiplano, para ser extraditado 9 meses después.

Si bien, en esta cronología genealógica de dos eventos encontramos en común los esfuerzos coordinados del ejército por mitigar una problemática, el resultado fue la afección de las vidas cotidianas de los ciudadanos de Culiacán. La estrategia de seguridad tuvo un costo significativo, pues, en lugar de mantener un estado de excepción perpetuo, como en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), se interpreta más bien, una reacción propia del ejército a una situación extraordinaria: en este caso, se permitió suspender una serie de actividades, y se generó en la población una especie de miedo por el hecho de que el ejército mexicano realizara sus actividades al detener criminales “pesados”.

Un estado de excepción es, en principio, un momento excepcional donde se establece un modo de gobierno especial que permite al soberano perpetuar todo tipo de actos, a pesar de que éstos violenten los derechos de los ciudadanos, todo esto, con motivo del momento extraordinario, como una guerra, una amenaza terrorista, o bien, un gobierno privado indirecto demasiado fuerte respecto al Estado. Sin embargo, narrativamente hablando, la forma de gobierno de Andrés Manuel López Obrador aparentemente cambió este enfoque para solventar la problemática del crimen organizado desde una búsqueda de respetar los derechos de todos los ciudadanos: “abrazos, no balazos”, es el latiguillo repetido inalcanzablemente por su oposición a manera de burla por la estrategia.

Para Agamben (1998) el estado de excepción, más que un momento excepcional, es una forma de gobierno que ha caracterizado a todas las sociedades modernas. Esto debido a que la irrupción de este tipo de eventos se puede dar en cualquier momento, la potestad del poder soberano sobre los cuerpos de los ciudadanos es perpetua, muy a pesar de las instituciones que existan para defender sus derechos, ello convierte a los sujetos en homo sacer, es decir, sujetos que han sido relegados a una vida desnuda, a solo ser un elemento biológico más, sin importar las características individuales y autónomas: un número más. En este sentido, el sexenio de López Obrador no dista en absoluto de un estado de excepción.

Prueba de ello radica en los siguientes eventos de esta genealogía que se han dado en fechas recientes: otro jueves, esta vez el 29 de agosto del 2024 se presentaron narcobloqueos y enfrentamientos armados en Culiacán, en el marco de un mes respecto a la captura de Ismael “El Mayo” Zambada, otro cabecilla del Cartel de Sinaloa. Para el 09 de septiembre a las 5:00 de la madrugada, se dio el último evento hasta la fecha, comenzaron a reportarse enfrentamientos armados, acompañados de vídeos en redes sociodigitales que representaban la presencia de elementos del crimen organizado circulando en las calles de Culiacán, los videos eran acompañados de mensajes que mencionaban que estos sujetos advertían a los ciudadanos respecto a que habría un enfrentamiento del Cartel de Sinaloa contra a diversos cárteles que ocupan la ciudad, con el objetivo de que “solo quede uno”.

En ambos casos, el ejército respondió de forma inmediata, a diferencia de los primeros disturbios en años pasados, la duración entre el reporte de los eventos y la presencia del ejército en las calles fue sumamente breve. Podemos correr a la conclusión de esta genealogía pensando: ¿de dónde viene el Estado de excepción en estos acontecimientos? Parece, que viene del Estado; esto es parcialmente cierto, pues, los criminales miembros de las organizaciones delictivas son tratados como homo sacer: se dispone a que primero se dispara, luego se pregunta. Sus vidas son tratadas como meros elementos biológicos obstaculizando la presencia del gobierno, pero, también las de los ciudadanos, que temen por su integridad dado las estrategias que se han llevado a cabo para capturar a criminales “pesados”, que han permitido las irrupciones de violencia en el norte del país.

Sin embargo, lo más preocupante de la categorización de estos eventos es que el ejercicio de estado de excepción no es primero determinado por el gobierno de López Obrador, sino, por parte del Cártel de Sinaloa: las vidas que son homo sacer, vida desnuda, son las de los ciudadanos que se encuentran amenazados constantemente por un gobierno privado indirecto, que ejerce influencia, como ya se ha estado dialogando tiempo atrás, en el Estado; pero que, no teme en demostrar fuerza a partir de ejercicios de terror y violencia sobre la población. Hoy, una de las pocas cosas que podemos argumentar gracias a estos cuatro eventos, es que Culiacán se encuentra asediado por el espectro de una guerra perpetua, por la amenaza constante de ser pedazos de carne en medio de dos fuerzas que miden su capacidad de hacer y deshacer violentamente con el territorio.


REFERENCIAS


Agamben, G. (1998). Homo Sacer I: poder soberano y la nuda vida. Pre-textos.

Badiou, A. (1988). El Ser y el Acontecimiento. Manantial.

Burgos Dávila, C. J. y Almonacid Buitrago, J. A. (2021). Composición de narcocorridos en tiempo real: construcción sociomusical del 17 de octubre, el culiacanazo. Encartes, 08, 10-37. https://doi.org/10.29340/en.v4n8.173.

Burgos Dávila, C. J., Moreno Candil, D., & Almonacid Buitrago, J. A. (2023). Sentidos y experiencias juveniles sobre violencia y narcotráfico en Sinaloa: estudio de caso del Culiacanazo. Athenea Digital: revista de pensamiento e investigación social, 23(1), 007-e3233.

Estrada Rodríguez, José Luis, & Martínez de la Rosa, Georgina. (2023). Comunicación política, redes sociales y polarización en Twitter. Estudio de caso: "El Culiacanazo", 2019 en México. Anagramas -Rumbos y sentidos de la comunicación-, 22(43), 1. Epub May 22, 2024.https://doi.org/10.22395/angr.v22n43a25

Mbembe, A. (2006). Necropolítica, seguido de El Gobierno Privado Indirecto. Melusina.

Meza, I. (2024). Narcogentrificación y narcoinflación: ¿Cómo el crimen organizado encarece la calidad de vida en Culiacán?. Revista Espejo: https://revistaespejo.com/2024/02/12/narcogentrificacion-narcoinflacion-crimen-organizado-culiacan/ 

Valencia, S. (2010). Capita

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